Im Folgenden könnt Ihr Teil eines Interviews mit einer in Deutschland lebenden spanischen Schriftstellerin lesen. Das vollständige Gespräch findet Ihr in der Zeitschrift "Qué leer" (Nr. 211 / Juli 2015)
ROSA RIBAS
Una española en
Alemania
El próximo año, Rosa Ribas cumplirá
sus “bodas de plata” en Alemania. Filóloga hispánica, se marchó para un año
porque quería aprender alemán, por la música clásica, por los textos en esa
lengua… Y se quedó. Sus novelas de mayor éxito están ambientadas en su país de
adopción. Ahora publica Pensión Leonardo (Siruela).
texto JOSÉ LUIS MORENO fotos KLAUS RICHENBERGER
Empecemos por situarnos,
¿Cómo se establece en Alemania?
Pues llegué
a Berlín y me gustó mucho su cultura. También conocí al que ahora es mi marido,
que es un magnífico motivo para quedarte. En septiembre se cumplirán
veinticuatro años.
La música clásica en
alemán… Mozart, Wagner…
El alemán es un idioma fascinante.
Desgraciadamente lo tenemos asociado a los gritos, a los ladridos de Hitler, lo
cual ha deformado su imagen. Realmente posee una capacidad conceptual
extraordinaria, por lo que no es de extrañar que se siga haciendo filosofía en
alemán. En una lengua románica necesitas un larguísimo sintagma preposicional;
en alemán lo compactas, creas un concepto en lugar de una frase.
Leí hace tiempo que el
alemán es el único idioma que permite neologismos.
Es cierto. Es un idioma con una
flexibilidad enorme. Puedes juntar dos conceptos y crear uno nuevo con mucha
más fuerza que las dos palabras sueltas. Eso permite jugar con el humor y
filosofar al mismo tiempo. Uno de los momentos más satisfactorios cuando aprendes
un idioma es cuando, por fin, entiendes el humor, entiendes el primer chiste.
Es un juego intelectual y a la vez emocional, porque notas que estás dentro,
que formas parte de ese mundo lingüístico
.
¿Escribe en alemán directamente?
En alemán sólo pequeños relatos. No
me atrevo con textos muy largos, porque a medida que escribes más en tu lengua,
afinas el instrumento. Aspiras al virtuosismo, y cuanto más afino el español,
menos me atrevo a hacer algo grande en alemán, soy más consciente del desnivel.
Pienso, hablo y leo en alemán, pero cuando escribo necesito tener más soltura.
Sé que es una cuestión de hábito, pero no tengo paciencia. Escribo a mano, y si
la palabra me viene en alemán, busco la palabra en español, usando una
aproximación cuando no la encuentro. En el manuscrito, sin embargo, se queda la
palabra en alemán, que busco cuando lo paso a limpio, aunque me queda siempre
una enorme sensación de insatisfacción. Por eso valoro tanto la labor de mis
traductores al alemán y estoy fascinada por su trabajo, ya que eres tan buen
escritor en otro idioma como lo sea tu traductor. Nadie te ha leído como te va
a leer un traductor. Lo ven todo, todo.
¿Los alemanes son cuadriculados o creativos?
Mira la música y la literatura
alemanas. Una cultura de la que ha surgido el romanticismo no puede ser
cuadriculada.
[…]
¿Se define como una autora esencialmente alemana?
Soy binacional. En el caso de la
serie de la comisaria Cornelia Weber-Tejedor, el hispanista australiano Stewart
King escribió en un artículo que yo hacía literatura alemana en español. Eso me
gustó, porque son novelas inscritas en la tradición del género más alemán, que
es más de procedimientos… Las mías son novelas de una observadora de la
sociedad alemana que tiene una perspectiva de fuera. Por el contrario, novelas
como La detective miope son muy
españolas.
¿La literatura española es apreciada
en Alemania? Hablo desde Calderón…
No demasiado, aunque Calderón es un
caso aparte. Mi familia alemana tiene una editorial, en Kassel, especializada
en la edición del Siglo de Oro. Ahora la literatura española se lee
relativamente poco. Hay un par de autores que han entrado muy fuerte, pero la
novela de género se lee muy poco, y los libreros te dicen que no funciona. En
el género negro están más orientados al mundo anglosajón, y en el mediterráneo
a los italianos. Hubo un boom con
autores como Jaume Cabré, que vendió medio millón de ejemplares, pero es algo
excepcional.
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